Estimados señoras y señores,
Mucho me complace inaugurar el Foro Público de la OMC de 2010,
nuestra cita anual con la sociedad civil. El Foro tiene por fin asegurar
que el sistema multilateral de comercio responda a las esperanzas y
aspiraciones de todos los segmentos de la sociedad. Su propósito es
promover, entre todos los que actúan en el ámbito del comercio, un
intercambio franco y abierto sobre los aspectos del sistema mundial de
comercio en general que son satisfactorios y los que no lo son.
Este año, los debates del Foro se centrarán en Las fuerzas que
configuran el comercio mundial. ¿Qué son esas fuerzas? ¿Son siempre
las mismas, o han surgido otras nuevas? ¿Cómo se manifiestan, y tienen
todas la misma importancia?
En el Foro se examinará la influencia del emergente mundo en desarrollo
en el sistema multilateral de comercio, las repercusiones de las nuevas
tecnologías e innovaciones y la creciente preocupación que suscitan
cuestiones tales como el cambio climático, la energía, la seguridad
alimentaria y los derechos humanos, por mencionar sólo algunas. Nos
aguarda un extenso programa de sesiones que durará hasta el próximo
viernes. El programa ha sido decidido por la propia sociedad civil; por
lo tanto, podemos decir que este Foro verdaderamente es obra de todos
ustedes.
Señoras y señores, este Foro les pertenece. En nombre de todos los
Miembros de la OMC y del mío propio, quiero decirles que tenemos sumo
interés en escucharlos e intercambiar ideas con ustedes. Esperamos que
el Foro permita a nuestros Miembros llevar adelante el sistema
multilateral de comercio sobre la base de las ideas que surjan en esta
oportunidad.
Permítanme, en primer lugar, hacer algunas observaciones sobre el
contexto en que se celebra el Foro este año. Ese contexto no requiere
mayor explicación, ya que muchos de ustedes posiblemente lo conozcan de
primera mano. Se caracteriza por la desaceleración de la economía
mundial, aunque es cierto que la crisis está comenzando a ceder. En mi
opinión, esa desaceleración ha puesto de manifiesto la verdadera
utilidad del sistema multilateral de comercio.
El sistema de comercio ha servido de póliza de seguro contra el
proteccionismo. Es más, poco después de desencadenada la crisis se
estableció en la OMC una “pantalla de radar” para dar la alerta sobre
toda nueva restricción al comercio que impusieran los gobiernos, para
evitar que esas medidas se propagaran descontroladamente; ello ayudó a
evitar las políticas de los años 30, que causaron la ruina de muchos
países. Mucho me complace decir que en general hemos conseguido evitar
los errores de épocas pasadas. Las disciplinas de la OMC han actuado
como “muro de contención” de los instintos más mezquinos de los
gobiernos, que son excluir al extranjero o achacarle la culpa de la
crisis, lo cual en muchos casos tiende a ser la solución más fácil. Y
hay buenas noticias: el volumen del comercio, que se contrajo
drásticamente durante la crisis, está volviendo a aumentar a buen ritmo.
Deseo hacer ahora algunas observaciones sobre el tema de este Foro: las
fuerzas que configuran el comercio mundial. El sistema multilateral de
comercio es evidentemente uno de los motores más avanzados de la
gobernanza mundial y ha sido el precursor de regímenes jurídicos
internacionales en muchos otros ámbitos. La riqueza del programa que han
preparado ustedes refleja la multiplicidad de expectativas que tenemos
con respecto a la OMC. Expectativas que debemos sólo al grado de
adelanto y complejidad del sistema.
En varias otras instituciones internacionales se sigue demarcando el
campo de batalla entre el Norte y el Sur, en la lucha por la estructura
de gobernanza, o, dicho de otro modo, la lucha por la “democratización”
de esas instituciones. El Grupo de los 20 ha indicado que la reforma
institucional es necesaria en algunas organizaciones internacionales y
ha procedido a nombrarlas. La OMC no figura entre ellas.
En la esfera del comercio ya se ha librado la batalla por la gobernanza,
y el resultado ha sido una institución relativamente democrática en la
que no se pueden ignorar las voces de los países pequeños. No hay ni
directorios ni cupos. La norma fundamental de un voto por Miembro es la
norma según la cual la OMC forja sus consensos.
El hecho de que la “agricultura” sea actualmente el tema central de la
ronda de negociaciones comerciales de Doha también denota el enorme
poder que ha adquirido el Sur. Además, la OMC cuenta con un mecanismo de
solución de diferencias que permite a los Miembros resolver sus
diferencias comerciales por medios pacíficos, y que ya lo ha hecho. En
ese mecanismo, lo que importa no es el tamaño del país o la cuantía de
su PIB sino la solidez de los argumentos jurídicos y económicos que sea
capaz de exponer.
Si tengo algún mensaje que transmitirles hoy, es éste: hay otros retos
que enfrentar en la OMC. Puede que no sean de carácter institucional,
pero es preciso encararlos. Me refiero a la necesidad de equilibrar las
normas del sistema multilateral de comercio en favor de los pobres
mediante la conclusión del Programa de Doha para el Desarrollo, y la
necesidad de sortear obstáculos aún mayores, abordando las cuestiones
emergentes de la energía, el cambio climático y el comercio electrónico.
No podemos descansar sobre nuestros laureles en la OMC hasta que
nuestras normas caigan en desuso. Tampoco podemos permitirnos
caracterizar erróneamente el estancamiento de las negociaciones en curso
y considerarlo un problema “institucional”.
Les pido también que, al reflexionar colectivamente sobre las fuerzas
que “configurarán” el sistema de la OMC en el futuro, reconozcamos el
nuevo contexto en que comercian los países. Hoy día, la mayoría de los
productos no están “fabricados en el país A, B o C”; la mayoría están
“fabricados en el mundo”.
Esto significa que hoy día las fronteras de las naciones-Estado han
dejado de ser las únicas fronteras que importan. Los países que imponen
aranceles a los productos importados posiblemente los estén imponiendo a
sí mismos. Los países que conceden subvenciones a ciertos sectores de
sus economías posiblemente estén subvencionando a sus propios
competidores, si éstos están instalados en su territorio. La
globalización del proceso de fabricación ha llegado a un punto en que
obstaculizar el comercio tiene ahora mucho menos sentido que antes.
Esta nueva realidad nos exige reflexionar sobre el verdadero significado
del “comercio” en el mundo actual. También requiere nuevos métodos de
“medir” el comercio. Ya no podemos hacerlo calculando la cantidad de
bienes y servicios que cruzan nuestras fronteras. Debemos considerar
dónde se ha añadido valor a esos bienes y servicios. Lo mismo cabe decir
de la creación de empleos. La pérdida de puestos de trabajo en un país
puede significar simplemente la creación de empleos para los propios
ciudadanos de ese país en el extranjero. Es más, el cálculo mismo de las
“pérdidas” de empleos tendría que tener en cuenta esta nueva realidad.
A mi juicio la tarea de actualizar las normas de la OMC, debe traer
aparejados nuevos conceptos y nuevas interpretaciones del comercio
internacional. Cuando un país se sienta frente a otro en la mesa de
negociación de la OMC, debe tener presente que ya no es totalmente
independiente de este último. Es posible que sus productos se fabriquen
y se reexporten desde el extranjero y que sus ciudadanos residan fuera
de su territorio. Debemos centrar nuestra atención en la cuestión de
facilitar el comercio en este nuevo mundo. También debemos centrarla en
las políticas, tanto ambientales como sociales, que van de la mano con
el comercio mundial, ya que mal podemos permitirnos que el comercio
tenga lugar en un vacío.
La aclaración de estas cuestiones y el examen de la amplia variedad de
temas que tenemos ante nosotros nos ayudará a seguir adelante. Espero
poder reunirme personalmente con el mayor número posible de
participantes en el Foro en el curso de los próximos días.
Muchas gracias por su atención. El Foro queda ahora en sus manos.
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