Visión general
La Organización Mundial del Comercio — OMC — es la Organización internacional que tiene por objetivo principal la apertura del comercio en beneficio de todos.
Véase también:
> La OMC en general
— ‘Entender la OMC’
> La OMC en
pocas palabras
La OMC sirve de foro para la negociación de acuerdos encaminados a
reducir los obstáculos al comercio internacional y a asegurar
condiciones de igualdad para todos, y contribuye así al crecimiento
económico y al desarrollo. Asimismo, la OMC ofrece un marco jurídico e
institucional para la aplicación y la vigilancia de esos acuerdos, así
como para la solución de las diferencias que puedan surgir de su
interpretación y aplicación. En la actualidad, el conjunto de acuerdos
comerciales de la OMC comprende 16 acuerdos multilaterales distintos (en
los que son parte todos los Miembros de la OMC) y dos acuerdos
plurilaterales distintos (en los que sólo son parte algunos Miembros de
la OMC).
A lo largo de los últimos 60 años, la OMC, establecida en 1995, y la
organización que la precedió, el GATT, han ayudado a crear un sistema
internacional de comercio sólido y próspero que ha contribuido al logro
de un crecimiento económico mundial sin precedentes. La OMC cuenta hoy
con Miembros, de los cuales 117 son países o territorios aduaneros
distintos en desarrollo. Las actividades de la OMC reciben el apoyo de
una Secretaría, integrada por unos 700 funcionarios dirigidos por el
Director General de la OMC. La Secretaría tiene su sede en Ginebra
(Suiza) y dispone de un presupuesto anual de aproximadamente 200
millones de francos suizos. Los tres idiomas oficiales de la OMC son el español, el
francés y el inglés.
Por lo general, las decisiones en la OMC son adoptadas por consenso de
todos los Miembros. El órgano institucional de más alto nivel es la
Conferencia
Ministerial, que se reúne aproximadamente cada dos años. Un
Consejo General
dirige las actividades de la Organización en los intervalos entre
reuniones de la Conferencia Ministerial. Ambos órganos están integrados
por todos los Miembros. Se encargan de la administración y vigilancia de
la aplicación por los Miembros de los distintos Acuerdos de la OMC
órganos subsidiarios especializados (Consejos, Comités y Subcomités),
también integrados por todos los Miembros.
En concreto, las principales actividades de la OMC son:
— la negociación de la reducción o eliminación de los obstáculos al
comercio (aranceles de importación u otros obstáculos al comercio) y
acuerdos sobre las normas por las que se rige el comercio internacional
(por ejemplo, en las esferas de las medidas antidumping, las
subvenciones, las normas sobre productos, etc.);
— la administración y vigilancia de la aplicación de las normas
acordadas de la OMC que regulan el comercio de mercancías y de servicios
y los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con
el comercio;
— la vigilancia y el examen de las políticas comerciales de sus Miembros
y la consecución de la transparencia en los acuerdos comerciales
regionales y bilaterales;
— la solución de diferencias entre los Miembros sobre la interpretación
y aplicación de los Acuerdos;
— el fortalecimiento de la capacidad de los funcionarios públicos de los
países en desarrollo en asuntos relacionados con el comercio
internacional;
— la prestación de asistencia en el proceso de adhesión de unos 30
países que todavía no son miembros de la Organización;
— la realización de estudios económicos y la recopilación y difusión de
datos comerciales en apoyo de las demás actividades principales de la
OMC;
— la explicación y difusión al público de información sobre la OMC, su
misión y sus actividades.
Los principios fundamentales y rectores de la OMC siguen siendo la apertura de las fronteras, la garantía del principio de la nación más favorecida y del trato no discriminatorio entre los Miembros, así como el compromiso de lograr la transparencia en sus actividades. La apertura de los mercados nacionales al comercio internacional, con excepciones justificables o con la flexibilidad adecuada, fomentará y favorecerá el desarrollo sostenible, mejorará el bienestar de las personas, reducirá la pobreza y promoverá la paz y la estabilidad. Al mismo tiempo, esa apertura de los mercados debe ir acompañada de políticas nacionales e internacionales racionales que contribuyan al crecimiento económico y al desarrollo en consonancia con las necesidades y aspiraciones de cada uno de los Miembros.